Los rellenos son sustancias orgánicas y sintéticas que se implantan realizando inyecciones intradérmicas, para corregir los efectos de la edad y dar volumen en determinadas zonas faciales.
Existe una gran variedad de productos, cada uno de ellos con unas características propias y una aplicabilidad que hay que conocer de manera precisa: algunos de ellos tienen más efecto voluminizador, otros más efecto tensor, etc. De manera muy simplificada, podemos clasificar los rellenos de la siguiente manera:
Según su duración en el tejido
Temporales (grasa autóloga, ácido hialurónico y colágeno), semipermanentes (hidroxiapatita cálcica y ácido poliláctico) y permanentes (gel de poliacrilamida, polimetilmetacrilatos y silicona). Los rellenos reabsorbibles, por su mejor perfil de seguridad, son los que más se utilizan.
Según su composición
Grasa autóloga del propio paciente, colágeno (bovino, porcino y humano), ácido hialurónico, ácido poliláctico, hidroxiapatita cálcica, polimetilmetacrilatos y geles de poliacrilamida.
Según su grado de reticulación
Consiste en una modificación química de los productos (sobre todo aplicable al ácido hialurónico) para conseguir una red tridimensional de polímeros, adquiriendo la sustancia más rigidez. Así, el ácido hialurónico natural será más fluido y volátil, mientras que a mayor reticulación, se conseguirá una mayor espesor y durabilidad.
La indicación del producto en su forma natural o reticulado variará según el efecto que queramos conseguir: para un efecto de hidratación o volumen, se utiliza el acido hialurónico sin reticular, con lo que se estimula el fibroblasto y la inyección se realiza a poca profundidad; para un efecto tensor y de relleno, en cambio, se utiliza ácido hialurónico reticulado que permite corregir las arrugas y la falta de volumen, inyectándolo a mayor profundidad (en la dermis media, dermis profunda, o a nivel subcutáneo).