Antes de realizar al paciente una administración de la toxina botulínica con indicación estética, este debe ser informado sobre el objetivo del tratamiento, el procedimiento de administración, los beneficios esperados y duración del efecto y las incomodidades y riesgos que pudieran derivarse de su aplicación.
La toxina botulínica no requiere test de alergia y, antes del tratamiento, que se realiza en una única sesión de unos veinte minutos de duración, el medico usa hielo en el área a tratar, que hace que el músculo se duerma y no haya dolor. Este consiste en la aplicación de microinyecciones de toxina botulínica en los músculos de la región tratada que los relaja, consiguiendo que la contracción disminuya y consecuentemente las arrugas y líneas de expresión desaparezcan.
Las infiltraciones son prácticamente indoloras, por lo que el paciente puede reincorporarse casi de inmediato a sus actividades habituales, eso sí, durante las cuatro horas posteriores a la aplicación, el paciente no debe apoyarse ni restregarse la zona tratada para evitar que el medicamento inyectado se difunda hacia zonas no deseadas.
Si se produjera insuficiencia de resultados o asimetría en la expresión facial se realizaría una pequeña corrección con más infiltraciones. Después del tratamiento el área tratada se siente un poquito adolorida y algunas veces presenta ligeros hematomas que desaparecen tras unos días, o dolores de cabeza en las 24-48 horas siguientes al tratamiento.
Los efectos comienzan a mostrarse alrededor del cuarto día y es completo en torno a los diez, aunque tienden a reducirse a partir de los 3 ó 4 meses y a desaparecer en 5 ó 6 meses cuando el producto es totalmente absorbido.